lunes, 24 de agosto de 2015

DAME LA VIDA

La encontró en una fiesta después de dos años de no verla. Habían sido novios en el último año de la secundaria. La amó con todo el fuego de la adolescencia. Ella, en cambio, permanecía siempre ausente, reacia a sus caricias y a sus besos.
"Tan bella y tan lejana", era el pensamiento que le roía las entrañas cuando la tenía entre sus brazos, acontecimiento raro en su relación. Siempre le huía ala contacto físico. Al principio pensó que era por timidez, pero con el correr del tiempo, comenzó a preocuparse.
_ ¿Acaso no me quieres?_ le preguntó irritado en una oportunidad.
_ Con todo mi corazón, pero no soporto que me toquen...perdón, no sé que me sucede_esa fue la última vez que la vio.
La llamó mil veces, nunca respondió. Fue a buscarla a su casa, nunca la encontró.
Al final, con dolor, desistió. Ella no lo amaba.
Y ahora la tenía frente a sus ojos, tan bella como siempre, pero totalmente ebria. Le dio pena. No se le acercó. Fue hasta la barra con unos amigos y pidió un vodka. La conversación parecía interesante, pero él no prestaba atención, la presencia de ella lo absorbía.
Vencida su resistencia, fue a su encuentro.
Las jóvenes que estaban con ella se apartaron cuando lo vieron aparecer. Sin decir palabra se sentó a su lado. Ella lo miró desconcertada, la mirada nublada por el alcohol..
_ Miranda_ no pudo decir más.
_ Abel...ha pasado tanto tiempo_ el aliento a wisky lo asqueó, sin embargo ella lo atraía como un imán. No podía, no quería alejarse de ella.
_ Te busqué Miranda, te busqué y te esperé como un tonto...¿qué pasó Miranda? ¿por qué desapareciste?_ esa mujer tenía el poder de anular su orgullo y allí estaba él mendigando aclaraciones.
_ Abel, sácame de este lugar, ya no lo resisto_ le rogó.
La ayudó a pararse. Apenas podía tenerse sola en pie. Sin despedirse abandonaron la fiesta.
La condujo a su auto.
_ ¿Te llevo a tu casa?
_ A cualquier lugar menos a mi casa.
Abel estaba perplejo, no sabía que hacer con ella. Decidió llevarla a su departamento.
Tan pronto traspuso la puerta, se tiró en uno de los sillones de la sala y se quedó profundamente dormida.
Abel le quitó los zapatos de taco y la tapó con una manta de lana.
Como hechizado, se quedó mirándola. "Tan bella y tan lejana", el mismo pensamiento de años atrás se repetía en su corazón, aún herido por su desprecio.
¿Que hacía con ella? Lo había abandonado sin explicaciones. ¿Por qué se preocupaba por ella? Simplemente lo usó para que la sacara de la fiesta.
Le era imposible apartar sus ojos del rostro de ella. " Preciosa como una muñeca de porcelana, pero sin alma", reflexionó, ¿ qué te atormenta? Confía en mí, yo te amo". Confirmar sus sentimientos, lo aturdió. Era verdad, la amaba, nunca dejó de amarla.
Las agujas del reloj avanzaban y él también se quedó dormido.
Al amanecer un grito lo despertó. Miranda se retorcía en el sillón, pataleaba y lloraba con desesperación.
_ Miranda, tranquila, sólo fue una pesadilla_ la acarició con dulzura.
Lentamente, como saliendo de un trance, asimiló la presencia del muchacho.
_ ¿Abel?_ estaba desconcertada.
_ No te acuerdas lo que sucedió anoche, ¿no?.
_ Festejábamos con unas amigas y de repente...no sé, lo olvidé. Te reconocí entre tinieblas...no recuerdo nada más.
_ Me pediste que te sacara de la fiesta, no sabía donde llevarte, así que te traje a mi departamento. ¿Cómo te sientes?
_ Pésimo. Mejor me voy. Ya te molesté demasiado_ intentó levantarse, pero un mareo se lo impidió.
_ Te preparo un café y hablamos. Me debes una explicación y no te soltaré hasta que lo hagas.
Ella lo miró resignada y sonrió asintiendo.
_ ¿Por qué me dejaste Miranda? Creí que me amabas, enloquecí cuando me di cuenta que te había perdido...¿qué pasó Miranda?, ¡te ofendí, te lastimé?...
_ El problema soy yo Abel. No merezco que me amen. Estoy sucia, sucia por dentro.
_ Pero, ¿qué dices?
_ Por favor, quiero contarte todo ahora que el destino ha cruzado nuevamente nuestras vidas. Te amé tanto Abel, no te imaginas cuánto. Pero el miedo a que me dejaras si conocías mi culpa pudo más que mi amor por ti.
_ ¿Cuál culpa?
_ Todas las noches, desde hace años, tengo la misma pesadilla. Estoy durmiendo tranquila en mi habitación. Soy pequeña, muy pequeña. De pronto siento que alguien me destapa. Una mano suave, comienza a acariciar mi espalda, mis piernas desnudas. De a poco comienza a subir el camisón, me lo quita. Lo escucho decir que me quiere, que soy especial para él, muy especial, más que mi hermana. Me besa con ternura el cuello, las mejillas...la boca. Me dice que me parezco a mi madre, que soy tan apetecible como ella. Yo no entiendo que está sucediendo. Sólo sé que es mi padre y que lo quiero. Le permito que me toque, me da mucha vergüenza, pero lo dejo. Después me pide que lo masturbe, me da miedo, pero lo hago. ¡Dios, quiero morirme! La oscuridad me envuelve, quiero abrir los ojos y ¡no puedo!, ¡estoy atrapada en una pesadilla sin fin!_ un quejido desgarrador brotó del alma de Miranda, un dolor abismal que la convulsionó.
_ ¿Por qué no confiaste en mi?_ Abel estaba quebrado
_ ¡Cómo confiar en alguien? Si mi propia madre nunca me creyó. Primero me dijo que eran fantasías perversas de una niña de ocho años y luego me castigó por calumniar a mi propio padre. Abusó de mí hasta los catorce, año en que murió. Todos lloraron, yo canté y bailé...Pero me dejó marcada el muy canalla. Cada vez que me tocabas, sentía que eran sus manos no las tuyas. No lo toleraba. Por eso te dejé, huí. Después para escapar de mis fantasmas, comencé a tomar. Ebria, olvido esta siniestra pesadilla que me asfixia  y tortura.
Abel, sin reparos, desechando todo amor propio, la abrazó con fuerza y la besó con pasión... y ella se dejó besar, se abandonó a él por primera vez.
_  Juntos saldremos adelante, ya verás mi amor.
_ Cuando te vi anoche, mi alma gritó "no me dejes morir aquí, dame vida".
_ Te daré vida, mi vida si es necesario...

                   "Despiértame, despierta mi espíritu
                    No puede despertar
                    Despierta mi espíritu, sálvame
                    Dí mi nombre y sálvame de la oscuridad  
                    Ordena mi sangre que corre
                    Sálvame de la nada en que me he convertido
                    Mis ojos, como puertas abiertas guiándote hacia mi alma
                    He estado tan adormecida, sin alma.
                    Tráeme a la vida."
                                                 Bring me to life, Evanescence

No hay comentarios:

Publicar un comentario