martes, 25 de agosto de 2015

MIGAJAS DE AMOR

Siempre lo miraba de lejos, con timidez; los ojos, desbordantes de amor.
Creyó estar soñando cuando la invitó a salir. Una cita.
Todas las muchachas del pueblo deliraban por él, tan apuesto, tan simpático. Temerario, nada lo acobardaba.
Ella, en cambio, era retraída, indecisa. No tenía amigas, sólo la melancolía era su fiel compañera.
Ese domingo, cuando él se le acercó en la plaza, se sintió desmayar. ¿Aceptaría, no aceptaría? ¿Por qué se habría fijado en ella?, ¿para burlarse, quizá?
Con la mirada baja y una sonrisa cohibida, aceptó.
_ Te espero a la tardecita, cerca del arroyo_ le dijo meloso y ella se derritió de placer.
No podía despegarse del espejo. Armó y desarmó infinidad de peinados, hasta que decidió dejarlo suelto, apenas sujeto por dos peinetas de carey.
Optó por un maquillaje sutil, siguiendo los consejos de su madre, "eres preciosa, no necesitas tanta pintura".
Revolvió el armario de arriba a abajo. Polleras, vestidos, pantalones, ¿cuál elegir?
Finalmente se inclinó por una solera amarilla, suelta, con un pequeño volado en el escote.
Cuando llegó al lugar del encuentro, él ya la estaba esperando.
Se saludaron con un beso en la mejilla, pero él no se contentó. Deslizó los labios hasta atrapar su boca.
Ella se paralizó, nunca antes la habían besado de esa manera, sólo en sus sueños.
_ Me gustas, me gustas mucho_ le susurró al oído.
Ella hubiese querido confesarle, "y yo te amo, te amo desde siempre", pero calló por vergüenza.
El, atrevido, le bajó los breteles del vestido y continuó besándola.
_ Hueles a jazmines, me enloqueces...
Ella hubiese querido conversar, conocerse, pero él quería otra cosa, algo que ella se negó a conceder.
_ ¿Qué pasa?, ¿por qué eres tan arisca?, ¿no te gustan mis caricias?
"Claro que me gustan, me enardecen. En mis sueños más atrevidos sentía tus manos recorrer mi cuerpo sediento de placer, las sentía hurgar en mis rincones más secretos, y una explosión de luces multicolores me elevaba alto, muy alto hasta perderme en un limbo de gozo absoluto", pensó mientras la excitación la tensaba.
_ Quiero hacerte mía_ escuchó que le decía.
Estaba atontada, mareada. El la mareaba, con su voz cautivante, con sus manos expertas, con su insistencia atrapante.
_ Basta, ¡no!_ sin saber de dónde, sacó fuerzas para detener las embestidas de él.
Resentido, ofendido, la apartó de un tirón.
_ Te crees una princesa, ¿verdad?, pues espera a tu príncipe, entonces. Yo no lo soy ni quiero serlo. Estoy contigo por una apuesta que hice con mis amigos. Perdí, no fui capaz de seducir a la frígida doncella, ¡cómo se reirán de mí!. Sigue en tu torre de hielo conformándote con las migajas de amor que alguien te conceda, como yo esta tarde...
La dejó sola, destruída.
"Si supieras cuánto fuego arde dentro de mí. Un fuego intenso que me consume. Ardo por amar y que me amen. Pero busco el verdadero amor, aquel dónde el cuerpo y el espíritu se conjugan en un dueto perfecto. Están equivocados, tú y tus amigos, no soy de hielo, ¡soy fuego!. Y no me conformo con migajas de amor..."

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