domingo, 30 de agosto de 2015

UN PUENTE ESPECIAL

Nadie me creyó. Todos se rieron. Respondieron con sorna a mi relato. Pero fue verdad, aunque nadie me crea, aunque todos se burlen, yo sé que fue real, yo lo viví.
Estaba angustiada esperando el resultado de una biopsia. Si bien disimulaba delante de mi familia para no preocuparlos, la idea de que el principio del fin se había desatado en mi vida, me aterrorizaba.
Una tarde, en que estaba reunida con mis hijos charlando animadamente, de repente veo pasar detrás de uno de ellos a mi abuela, muy sonriente. En mi interior escuché su voz tranquilizándome, diciéndome que todo saldría bien. En ese momento experimenté una profunda paz y me sentí aliviada. Duró un instante, pero fue maravilloso.
Mi abuela hacía tiempo que había fallecido. Ella sabía que estaba sufriendo y vino a mi encuentro para regalarme la paz.
No me interesa si los demás me creen o no, si se ríen de mí o no, lo importante es la experiencia que viví y la sensación de felicidad que me inundó. 
Agradezco inmensamente esa conexión espiritual, breve como un pestañear de ojos, que me dio la certeza de que la muerte no es el fin sino el comienzo de una nueva forma de vida.
Sé, soy testigo, que nuestros seres queridos que partieron, estén en el plano dimensional que estén, siguen en contacto con nosotros para sostenernos, para protegernos...
¡Ah!, y la biopsia dio bien...

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