lunes, 28 de septiembre de 2015

PIEL DE CORDERO

"Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres". Maquiavelo.


Regresó tarde a su casa después de un día agotador. Encontró a su esposa preparando la cena; sus hijos, ocupados en la tarea escolar. Apenas los saludó, estaba irritado, nervioso
.
La mujer, que lo conocía bien, lo besó sin preguntas. "Ojalá se vaya pronto a dormir", deseó de todo corazón. Vana quimera.
El debía descargar en alguien la rabia acumulada durante la jornada de trabajo.
Estaba harto de sonreír complaciente, saturado de soportar reclamos injustificados. Por fin la revancha, en su hogar, con los suyos.
El hombre simpático, dócil, intachable, cambió de repente. De manso cordero a lobo sanguinario. La metamorfosis temida.
Los niños, ante una indicación disimulada de la madre, huyeron a su habitación.
"¡Esto es una porquería!", y con un movimiento brusco, arrojó la fuente que contenía un aromático guiso, contra la pared.
La mujer no se defendió, sólo atinó a limpiar el desastre.
El silencio de ella lo enervó. Pateó sillas, rompió vasos. La hirió con insultos, la humilló, la denigró.
Ella luchó por contener el llanto, verla llorar lo exasperaba aún más.
Satisfecha la violencia, se encerró en el dormitorio. Mañana sería otro empezar...
La mujer, temblando de impotencia, una vez más ansió con vehemencia la muerte de aquel a quién amó con la inocencia y la fogosidad de la juventud. Hacía tanto tiempo ya...


domingo, 27 de septiembre de 2015

LUNA ESCATOLÓGICA

Luna Roja, Luna Perversa,
bajo tus influjos malignos,
mi amante se ha extraviado por senderos desconocidos, huérfana he quedado.
Mi alma se despedaza en lágrimas de sangre.
Mi corazón herido por tu ladino sortilegio,
clama venganza al devenir de los tiempos.
¿Podrá un conjuro calmar mi dolor?
¿Podrá un conjuro absorber tus oscuros hechizos?
Ruego a las Animas del Firmamento, Ánimas poderosas,
que beban tu linfa maldita
librándome de este destino de soledad
al que me has condenado,
Luna Roja, Luna Perversa. Amén.


jueves, 24 de septiembre de 2015

MONSTRUOS NOCTURNOS

"Volar hacia las estrellas, combatir a monstruos y dragones, comer dulces y chocolates...descubrir a cada paso universos de fantasía, llegar a la "Tierra de Nunca Jamás". ( Yolanda Sángari )
                                                                                                                 

Cuenta la leyenda que existía una niñita que le temía a los monstruos nocturnos. Antes de dormir, le rogaba a su madre que revisara toda su habitación: dentro del armario, detrás de las cortinas del ventanal que daba al jardín, y debajo de la cama. La luz siempre debía permanecer encendida y la puerta de su dormitorio, abierta.
Su madre no se explicaba cuál era el origen de ese miedo. Ella siempre le contaba historias mágicas, desbordantes de amor y felicidad. Pero la niñera, que en ciertas ocasiones la cuidaba durante la noche, no.
Para que la niña se fuera a dormir sin protestar, la asustaba con "el hombre de arena", un ser siniestro, mitad humano, mitad lechuza; que gozaba arrancando los ojos a los niños desobedientes.
La imaginación de la niña volaba por caminos tortuosos...Un hombre gigante, vestido de negro, con enormes ojos rojos, dueño de tétricas garras provistas de largas y afiladas uñas, la visitaba en la oscuridad y le arrojaba un puñado de arena en los ojos haciéndola llorar sangre. Luego intentaba robarle los ojos, para llevárselos a sus hijos, pichones de lechuza, que en sus nidos esperaban hambrientos.
Una pesadilla, que como un ritual espeluznante, se repetía al oscurecer.
"¿Qué hacer?", se preguntaba preocupada la madre.
Una noche, luego de acompañar a su hija hasta el dormitorio y acostarla, conversó seriamente con ella.
Debía animarla a que le contara el secreto de su temor para desentrañar la angustia que la desvelaba.
Entre lágrimas le confesó su pavor al "hombre de arena".
_ Tengo mucho miedo que me deje ciega y me lleve lejos de casa.
_ Eso nunca sucederá porque juntas haremos un conjuro para impedirlo.
_ Mamita, ¿qué es un conjuro?
_ Es una invocación a un espíritu mágico para que te proteja de todo mal.
_ ¿Y cuál será ese espíritu mágico que me protegerá?
_ Un hada madrina, un ángel de luz, una bruja buena, un duende travieso...tú eliges.
_ Las brujas son muy poderosas. Sí, elijo a la bruja buena, ella me defenderá del horrible "hombre de arena". ¿Qué le pediremos?
_ Que se enamore de ella, entonces ya no te molestará. Estará muy ocupado programando citas amorosas. ¿Qué te parece?, ¿hacemos el conjuro?.
_ Sí, mamita _ aplaudió entusiasmada la niña.
La madre, seria,  pronunció solemnemente:
_ "Bruja buena, por favor, intercede
   para que el hombre de arena
   en luna plena, por ti,
   muerto de amor quede".
¡Misión cumplida!, continuó la madre, el monstruo fue hechizado. Ya no robará ojos, robará besos. En este momento está corriendo detrás de la bruja para robarle uno muy apasionado...
La niña rió aliviada y complacida. Ahora que su monstruo era feliz, la dejaría de asustar, estaba segura.
Esa noche durmió plácidamente abrazada a su osito de trapo. Ningún monstruo perturbó su sueño de castillos de cristal habitados por hadas multicolores.




martes, 22 de septiembre de 2015

AGUAS TURBIAS

"Mi amado es para mí como el saquito de mirra
 que duerme entre mis pechos".  
                                    Cantar de los Cantares

Buenos Aires, 1930 


Las glicinas anunciaron la llegada de la primavera. La joven se despertó muy temprano ese día especial. Coqueta se miró al espejo, y la imagen que le devolvió le agradó; salvo su cabello largo, salvaje y ensortijado. Hizo un mohín de disgusto y con paciencia comenzó la rutinaria tarea de desenredarlo. Ese día, decidió no sujetarlo; apenas dos peinetas de plata, regalo de su abuela, lo mantendrían a raya. A él le complacía verla con el cabello suelto, lo enardecía.
Sonrió con picardía al recordar sus atrevidas caricias.
"Por fin nos casamos, a veces pienso que es un maravilloso sueño del que voy a despertar...y tengo miedo", pensó experimentando un sabor amargo. "¡Basta!, hoy debe ser todo felicidad, fuera los malos presentimientos", se animó, aunque sin poder extirpar de su alma esa sensación funesta que la perseguía desde hacía unos días.
Descalza, corrió hasta su armario y de una caja forrada de terciopelo blanco, sacó con delicadeza su soñado vestido de novia. ¡Cuántas ilusiones!¡Cuántos anhelos!
No resistió la tentación de ponérselo. Organza bordada con pequeñas rosas que se repetían en el tocado, y tules...una nube de tules para una novia apasionada.
Alguien golpeó la puerta de su habitación. Al abrir, el semblante pálido y los ojos llorosos de su madre la paralizaron.
"Un accidente, un terrible accidente...", fue lo último que escuchó antes de caer en una profunda oscuridad.
Esa fatídica madrugada, su novio se dirigía al trabajo, su último día antes de la boda. El tranvía debía cruzar el Riachuelo por un puente metálico elevadizo. En ese mismo momento, una barcaza que navegaba por la misma zona hizo sonar sus sirenas y el puente comenzó a elevarse. El vigía encendió una luz roja en el costado de las vías para prevenir al conductor del tranvía que no cruzara. Sin embargo, el tranvía continuó su recorrido sin advertir la señal de peligro. Cayó al vacío en forma espectacular, hundiéndose por completo en las aguas turbias.
Al volver en sí, la espantosa realidad la esperaba con saña. Sus ilusiones hechas trizas; su amor arrebatado por un demonio envidioso. 
"Muerte huraña y ladrona, me has robado sus tibios besos, su entrega incondicional, el fuego de su pasión, ¿Qué será de mí? Mi cuerpo trémulo, como un espejo, se quiebra en mil pedazos".
Sobre una silla, el vestido de novia, lloraba el olvido...


lunes, 21 de septiembre de 2015

ESPERANZA, ¿TRUNCA?

"Soy un fantasma que desea lo que todos los fantasmas_ un cuerpo_ después del largo tiempo que  estuve cruzando avenidas inodoras del espacio sin vida, al no olor incoloro de la muerte".
 William Burroughs.



Sobrevuelo la ciudad. Busco un cuerpo en donde encarnar. Los hados o quien quiera que sea, me han otorgado una segunda oportunidad. La necesito para redimirme. Mi vida anterior fue un desastre. Violencia, drogas, alcohol, eran mis dioses. A ellos veneraba y obedecía.
El sexo descontrolado me cegaba, me gobernaba, me revitalizaba hasta tal punto que varias veces, bajo el influjo de una libido demencial, cometí violación..
¡Maldito sea! ¡Cuántas veces quise cambiar mi rumbo, cuántas veces intenté escapar de ese infierno que me devoraba! ¡Maldito sea, nunca lo logré! Mis fuerzas me traicionaban y caía nuevamente en un precipicio turbulento que me excitaba y destruía a la vez.
¡Dónde hallar un cuerpo puro?, ¿un cuerpo, que cual templo quiera hospedarme? Deseo conocer, experimentar, una vida limpia de vicios. Demando mi segunda oportunidad prometida.
Hace años que estoy en la búsqueda y ese cuerpo no aparece. Todos están contaminados.
La inocencia, la generosidad, la honestidad, escasean. Abundan los seres viles que luchan por el poder para someterlo a su servicio. La hipocresía es la reina absoluta.
Sin embargo, no desfallezco, estoy convencido que en algún hueco, en algún rincón, encontraré mi destino. Brego por mi segunda oportunidad, grito, aúllo por ella. Es imperioso demostrar y demostrarme que los valores que defienden la dignidad están intactos, a pesar del demonio perverso, que deslumbra al hombre para corromper su espíritu.
En esta etapa de mi existencia soy dueño de mi elección; la experiencia, maestra docta, me insta a optar por la luz. Atrás quedó la oscuridad que me seducía con su canto de sirena.
Sólo necesito hallar ese cuerpo, pero...¿dónde?.

martes, 15 de septiembre de 2015

DETRAS DEL ARCO IRIS

En un pequeño pueblo, escondido entre las montañas, vivía un hombre que se dedicaba al arreglo de relojes. La vida le sonreía. Tenía una hija que era la luz de sus ojos: alegre, generosa, siempre atenta a sus necesidades. Hacía tiempo que era viudo. La muerte de su mujer fue un alivio para él. Su constante mal humor le amargaba la existencia.
Su hija, en cambio, era un cascabel. Cantar y bailar, era su lema.
Cuando lo veía atribulado solía decirle,"no importa la fuerza de la tormenta, padre, siempre hay un arco iris esperándonos". ¡Cuánta sabiduría en alguien tan joven!
Pero cierto día la tormenta se convirtió en tempestad, y lo destruyó.
_Padre, estoy enamorada_ fueron las tres puñaladas que lo sumergieron en el limbo de la incertidumbre.
_¿Quién es él?_preguntó temeroso.
_Leandro, el hijo del carpintero_le contestó con una sonrisa inocente.
_Imposible, hija, su padre es un ebrio violento. Corre el rumor que mató a su mujer a golpes. Seguramente su hijo es igual a él. Imposible, querida, quítate esa idea absurda de la cabeza.
Pero ella, por primera vez en su vida, no obedeció a su padre.
Con la llegada de las primeras nevadas, una noticia le heló el corazón.
_Padre, quiero su bendición, me caso con Leandro_le dijo con firmeza.
_Mala hija, me has desobedecido. Nunca te daré mi bendición. Ese casamiento es una sentencia de muerte para ti. Reflexiona, hija, reflexiona, ¡vas a cometer una locura!
Consejos, reprimendas, largos y torturantes silencios...todo fue en vano. Nada la hizo cambiar de parecer.
_Padre, tu bendición, hoy me caso_le repitió un día envuelta en tules de tristeza.
_Desde hoy ya no eres mi hija, vete. Nunca más me dirijas la palabra. Vete ya.
Desde ese momento, la vida del relojero se tornó sombría. Sus únicos compañeros eran los relojes, tan dañados como su alma. Trabajaba de sol a sol, compenetrándose en su tarea para no pensar en esa hija desagradecida que le rompió el corazón.
Una mañana se la cruzó en la plaza del pueblo. Se sorprendieron al encontrarse. La notó desmejorada. Ella le sonrió esperanzada. Él, contrariado, le dio vuelta la cara. La escuchó llamarlo:"Padre, por favor..." El siguió su camino con paso rápido.
Cierta noche, unos golpes a la puerta lo arrancaron de un sueño profundo.
Furioso fue a ver quien era el inoportuno.
_Padre, ayúdeme_ le suplicó su hija.
_¡Que quieres!_ le contestó seco, una vez que se recuperó de la sorpresa.
_Tengo miedo, usted tenía razón. El está loco, no hay noche que no me pegue. Protéjame, padre.
_Lo siento, yo no la conozco.
_Perdón, padre, perdón_ se tiró llorando a sus pies.
_Señorita, váyase, no la conozco_ se mantuvo frío, distante.
_Si no es por mí, por lo menos tenga piedad de mi hijito que está por nacer.
Bajó sus ojos hasta el vientre abultado y quiso abrazarla con todas sus fuerzas. Su adorada niñita sería madre...pero no, pudo más su orgullo y su obstinación.
_Váyase, no la conozco.
No pudo conciliar el sueño. La imagen de su hija suplicando le martillaba la conciencia.
A la mañana siguiente, mientras luchaba con paciencia con un reloj cucú, se enteró de la terrible noticia.
Uno de sus amigos fue el mensajero.
"Encontraron muerta a tu hija, el animal del marido la quemó sin asco. Él desapareció. Lo siento, lo siento mucho".
Sintió que la tierra se abría bajo sus pies. Sintió que un abismo se lo tragaba para luego, vomitarlo en un mundo irreal.
"Mi hija muerta", la culpa lo hizo sangrar, la desesperación lo aniquiló.
A partir de ese instante se convirtió en una sombra, un fantasma que vagaba sin destino. Se encerró en sí mismo, se fabricó una celda inexpugnable.
Lo único que le daba paz a su espíritu desquiciado, era el continuo tic-tac de los relojes que le anunciaban el correr del tiempo, la llegada de su muerte, la liberación de su agonía.
Una hermosa tarde de primavera llegó a su tienda una anciana.
_Mi reloj de bolsillo atrasa.
_Muy bien, en dos días estará reparado_ le dijo luego de revisarlo.
_Le pido que lo trate con extrema delicadeza. Es un recuerdo muy querido para mí_ le advirtió con gentileza_Perteneció a mi hijo que murió en la guerra.
La anciana vio como el semblante del relojero palidecía y su mirada se nublaba.
_¿Usted también tiene una pena honda, ¿verdad?_se interesó.
_Es más que una pena, es una terrible culpa causada por mi tremendo orgullo.
_No importa la fuerza de la tormenta, siempre hay un arco iris esperándonos.
El relojero se la quedó mirando fijamente, el refrán de su hija en boca de aquella anciana.
_Dentro de dos días volveré, entonces. Ojalá pueda solucionar el mal funcionamiento y deje de atrasar.
"¡Como me gustaría que mi vida, como ese reloj atrasara!¡Volver el tiempo atrás! Perdonaría a mi hija y hoy estaríamos juntos. Tendría un nieto, que sería mi delicia. ¡Volver el tiempo atrás".
A los dos días regresó la anciana por su reloj.
_Funciona a las mil maravillas, ¿cuánto le debo?.
_Nada. Usted y yo estamos unidos por un mismo dolor, la pérdida de un hijo. ¿Cómo cobrarle?
_Gracias señor relojero y...no pierda la fe, en cualquier momento aparece el arco iris, recuérdelo.
Nunca más volvió a ver a la anciana, que en realidad era el Anima de las Horas. Compadecida por el sufrimiento del relojero, decidió darle una segunda oportunidad.
Tan cansado estaba esa tarde que decidió dormir una siesta. Unos golpes lo despertaron.
Arrastrando los pies fue a ver quien interrumpía su descanso. Al abrir la puerta pensó que seguía soñando.
_Padre, ayúdeme, por favor_le suplicó su hija.
_Paloma, ¿eres tú?_tartamudeó.
_Padre, perdóneme, tenía razón al aconsejarme que no me casara. Me pega, padre, no lo soporto más_ lloró.
_Y temes por tu niño_le dijo acariciando con la mirada el vientre de la muchacha.
Aliviada, se arrojó a los brazos de su padre.
"Esto es un milagro, ¿cómo ha sucedido?, no lo sé ni me importa. Lo único que importa es que tengo nuevamente a mi Paloma. Te protegeré, nadie te hará sufrir, ni siquiera yo", pensó dichoso.
Y esa mañana que comenzó lluviosa, concluyó con un soberbio Arco Iris...





lunes, 14 de septiembre de 2015

SÚPLICA

Amor, te busco desconsolada y no te puedo encontrar.
¿Dónde te escondes?. ¿En las sombras del pasado?, ¿en este vil presente?, ¿en un futuro incierto?.
Mi espera me abruma, me angustia. Te necesito amor.
Añoro tus besos de fuego, tus manos recorriendo mi cuerpo pletórico de placer, un placer que sólo tú eres capaz de ofrecer.
Artífice de caricias, mi sangre hierve cuando te deslizas sobre mi piel sudorosa.
Mi corazón palpita al son del deseo, un deseo irrefrenable que me inspira tu sola presencia.
Cuando me tocas, me quemas.
Cuando me besas, me ahogas.
Cuando me posees, vuelo a la eternidad.
Amor, ¿dónde estás?. Escucha mi grito anhelante. Tu voz me incendia...tu aliento me tensa como la mano magistral tensa las cuerdas del arpa.
Hazme vibrar, como sólo tú sabes hacerlo.
Te espero, amor, te espero...en la oscuridad del pasado, en la luz del presente, en las brumas del futuro.

domingo, 13 de septiembre de 2015

SIN MALEZAS

"Tu visión devendrá más clara, solamente cuando mires dentro de tu corazón...Aquel que mira afuera, sueña. Quien mira en su interior, despierta" Carl Jung









Los aplausos se silencian. Las luces se apagan. La gran carpa del Circo queda desierta, sin risas, sin exclamaciones de asombro, sin algarabía.
Solo, delante del espejo, va quitándose lentamente la pintura que cubre su verdadero rostro, el rostro de un luchador.
Sobre la mesa de su camarín quedan abandonados la naríz roja y la grotesca peluca naranja.
El corazón le dictó su destino y se abrazó a él, sin importar la oposición de su aristocrática familia. Ningún vínculo lo une a ella y no lo lamenta. Es libre, decide por sí mismo.
Es feliz en la enorme pista circular, gastando bromas, haciendo piruetas, luciendo extravagantes vestimentas de brillantes colores.
Ama la risa franca de los niños, su sinceridad al disfrutar del espectáculo.
Atrás quedó la hipocresía de aquellos que fingían ser amigos, y que en realidad sólo corrían en pos de sus propios intereses. 
Atrás quedó la envidia y el combate cuerpo a cuerpo por llegar a la cumbre pisando cabezas.
Atrás quedaron los amores superficiales e insensatos, amores egoístas que hieren y destruyen.
Atrás quedaron las imposiciones que poco a poco fueron tejiendo una telaraña que intentó mantenerlo cautivo. 
Atrás quedaron las malezas que le impedían ver con claridad su destino. Como cadáveres las incineró.
Se mira al espejo con detenimiento. ¡Libre!, grita su espíritu batallador, y sonríe complacido.

jueves, 10 de septiembre de 2015

ANIMAS

"Hubo un tiempo,¿recuerdas?
 Su memoria vivirá en nuestro pecho eternamente
 Ambos sentimos un cariño ardiente
 El mismo que todavía me arrastra a ti".  ( Lord Byron )



Los miró a través del cristal húmedo de la ventana. Estaban jugando divertidos, combinando risas y fantasías, como era su deliciosa costumbre. ¡Sus adorados niños! Extrañaba sus caricias pegajosas, sus besos de chocolate y sus abrazos cómplices.
Decidida, traspuso la pared y se sentó cerca de ellos. Pasó sus delicados dedos por las enmarañadas cabelleras castañas. Aspiró embriagada de amor, el suave perfume de la inocencia. Rió con ellos. Sus risas cantarinas la perseguirían hasta la eternidad.
En un suspiro estuvo junto a su marido, su compañero. ¿Que hacía?, ¿escondía sus fotos?, ¿la olvidaba en el interior de un cajón sombrío?. ¿Dónde quedaron las promesas de amor?. Lejos...muy lejos.
Lágrimas heladas corrieron por su níveo rostro.
El dolor o quizá la desilusión, la impulsaron a viajar por la mente de su amado. Allí, halló su recuerdo, borroso, turbio. Una nueva presencia lo abarcaba todo, lo absorbía todo...¿quién?
No conforme, voló a su corazón. Y allí, entre latido y latido, se vio con claridad. No la había olvidado, él sólo intentaba seguir existiendo con la tristeza a cuestas.
Era hora de partir, de soltar las amarras que la ataban a una vida que ya no le pertenecía. Le dolía la despedida, pero era necesaria.
"Un último beso", pensó. Una brisa gélida, con sabor a almendras acarameladas rozó los labios del hombre. Esa extraña sensación no lo asustó, lo intrigó.
"Almendras acarameladas, su postre favorito", recordó emocionado.
"Adiós querido, sé feliz", fue su bendición para aquel que tanto amó.



"Cerrar podrá mis ojos la postrera
 Sombra que me llevare el blanco día,
 Y podrá desatar esta alma mía
 Hora, a su afán ansioso lisonjera.
 Su cuerpo dejará, no su cuidado.
 Serán ceniza, mas tendré sentido;
 Polvo serán, mas polvo enamorado".     ( Francisco Quevedo )

miércoles, 2 de septiembre de 2015

MASCARA DE PIEDRA

Finjo ser de piedra por temor a que me hieran. Sin embargo bajo esta apariencia pétrea, mi corazón late con vehemencia y mi sangre corre veloz por mis venas, como enloquecidos ríos caudalosos.
Ansío la noche y sus misterios, cuando la ciudad vacía sus calles. Entonces, despliego mis alas y vuelo...vuelo ¡libre! hacia el infinito.
Mi familia solía ser numerosa, pero el Hombre en su ignorancia, aniquiló nuestro linaje. Sólo yo sobreviví, por una mera casualidad o por un capricho del destino, no lo sé.
El Hombre nos consideró un peligro para su especie, cuando en realidad nosotras nos limitamos a observar y a vigilar.
Observamos sus costumbres porque nos resultan curiosas y graciosas; algunas sumamente crueles. En nuestra sociedad, cuando la había, no se margina y la burla no existe. Respetamos a nuestros mayores, no los recluímos en la soledad ni optamos por la eutanasia.
Vigilamos atentas, que los malos espíritus no ataquen a los pueblos, los protegemos.. Esa es nuestra misión, pero el Hombre nunca lo comprendió. Nunca fuimos una amenaza.
Mi abuelo, un amante de la paz y romántico empedernido, sufrió terribles torturas y la muerte más atroz.
El amaba a la Luna, soñaba con alcanzarla en su trono de estrellas, cobijarla con sus alas y fundirse en un beso eterno. Pero por más alto que volase, nunca lograba acariciar su pálido rostro. Desesperado, pensó mil soluciones posibles para resolver su encrucijada, hasta que la respuesta apareció clarísima ante sus ojos. Allí, en las aguas del río Sena, descubrió el semblante de su amada. Entusiasmado, fue a su encuentro. Al besarla con tanta pasión provocó un desbordamiento del río. El pueblo se inundó, muchos murieron ahogados, se perdieron cosechas y casi todas las viviendas se destruyeron.
En medio del caos, alguien gritó: "La culpa es de la Gárgola que vive en las cavernas cercanas al río. Ella nos maldijo. ¡Matémosla!".
Lo capturaron y lo quemaron vivo en una hoguera. No tuvieron piedad.
A partir de ese momento comenzó la cacería que nos aniquiló.
Soy la última Gárgola, único testigo de todas las atrocidades que el Hombre cometió no sólo contra nosotras sino contra ellos mismos a lo largo de siglos. Creo que el Hombre es el único ser vivo que busca y planea su propia destrucción.
Soy la última Gárgola y espero seguir siéndolo de aquí a la eternidad...