jueves, 19 de noviembre de 2015

NUEVE LUNAS

Esa noche se amaron con intensidad, como hacía mucho tiempo que no lo hacían.
Hasta la luna, que curiosa los observaba a través de las cortinas de gasa, se ruborizó por la vehemencia de los amantes.
Exhausta, se durmió entre sus brazos; mientras el encendía un cigarrillo.
Una tormenta de recuerdos lo abrumó, lo emocionó...Aún tenía grabado a fuego en la memoria y en el corazón el momento en que la conoció.
Bonita y distante. Su mirada azul lo sedujo; su sencillez, lo atrajo; su sonrisa franca, lo deslumbró y su cuerpo...¡ay, su cuerpo!, sinuoso, ondulante, un laberinto de placeres escondidos...lo ofuscó.
Con pasión, recorrió las curvas de su mujer que continuaba dormida, satisfecha.
Aplastó la colilla en el cenicero que guardaba en el cajón de su mesita de luz. A ella le desagradaba su vicio, aunque no se quejaba cuando fumaba después de hacer el amor.
Tendría que renunciar a esa costumbre, y lo haría con gusto.
Ese día ella lo conmocionó. La noticia lo sacudió; luego de tanta espera, de tanto tratamiento infructuoso...
El sueño que turbó su felicidad, ahora la iluminaba.
Padres...¡Que bella palabra!
Una realidad que se empecinó en ser esquiva y que ahora se cristalizaba con la potencia de un volcán de sentimientos.
Una lágrima furtiva escapó de su rostro y cayó, insolente, sobre el cabello ensortijado de ella.
Una lágrima...una esperanza...un hijo, sello perfecto para el más perfecto pacto de amor.



1 comentario:

  1. Precioso, Haydee, todo belleza, con un final tierno. Me encanta tu relato. Un beso

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