viernes, 6 de noviembre de 2015

PALABRAS QUE ATORMENTAN, PALABRAS QUE CURAN

Se despertó de repente, agitada y gritando "¡Auxilio!". Lenguas de fuego la rodeaban, la acechaban vigilando sus movimientos. En un pestañear de ojos, las llamas asesinas la rodearon, se abalanzaron, malignas, sobre ella. Experimentó horrorizada su abrazo fatal que derritió su piel, su carne, sus huesos...Sus cenizas volaron desorientadas en diversas direcciones.
"¡No!,¡no!", se escuchó gritar desesperada.
Una caricia fresca la trajo a la realidad ahuyentando el calor que la consumía.
_Querida, ¿otra vez el mismo sueño? _ le preguntó preocupado.
_ Otra vez_ se limitó a contestar.
Sin agregar palabra escapó a la cocina. Un buen café, cargado y amargo, la ayudaría. Siempre surtía efecto en ella, una droga mágica que desvanecía sus miedos.
El acostumbrado silencio de la mujer, fastidió al marido.
"¡Maldita sea!, nunca acepta mi ayuda. Allá ella y su infierno". Volvió a la cama y siguió durmiendo.
Hacía más de un año que sufría esa pesadilla...desde su último aborto espontáneo. ¿Cuántos habían sido ya?
Dos, tres...La mezquina vida le negaba el milagro de ser madre.
Terminó la noche llorando sobre la mesada, sola, aislada en su dolor.
A la mañana siguiente tomó una decisión. Por fin le contaría a su esposo lo que le estaba sucediendo. Era injusto mantenerlo al margen, él sufría también y su silencio estaba produciendo una grieta en su pareja.  Esa pesadilla era un quiste que debía extirpar, sino acabaría enloqueciendo.
Se sintió reconfortado, ella volvía a confiar en él.
_ Debemos recurrir a un profesional, a un psiquiatra.
_ ¿Un psiquiatra?, ¡no estoy loca! o quizás...sí, no se que me pasa. Me siento perdida.
El la convenció y arregló una cita.
El psiquiatra luego de escuchar sin inmutarse a la mujer, le propuso una sesión de hipnósis.
La pareja cruzaron la mirada confundidos.
_ Es lo más conveniente para estos casos. Debemos bucear en el inconsciente para descubrir el quid del trauma. No se asusten, es un procedimiento en el que tengo una vasta experiencia. Piénsenlo.
Esa noche lo discutieron.
Una nueva repetición de la pesadilla, lo decidió.
El psiquiatra, luego de indicarle que se recostara en un diván de terciopelo azul, comenzó con una fase de relajación profunda.
_ Descanse, cierre los ojos. Imagine que se encuentra en un valle fértil. Camina feliz por un campo de girasoles en flor. El sol le entibia el cuerpo. Muy cerca, el murmullo de las aguas de un río, pacifica su espíritu. A lo lejos divisa una sierra. Se dirige a ella. Con paso lento, muy lento, comienza el ascenso...anhela alcanzar la cumbre. El canto de los pájaros la anima. Sube...sube...sube...Preste atención, en el momento que le ordene despertar a la cuenta de tres, lo hará sin dudar, ¿ha entendido?.
La mujer movió afirmativamente la cabeza. Parecía dormida, completamente distendida, laxa. Su marido, expectante.
Así, con la voz pausada y monocorde, diciendo las palabras adecuadas, el facultativo la indujo a un estado de trance. Era imperioso que ella le fuera receptiva...cuerpo etéreo, mente lúcida.
_ Ha llegado a la cima. Se recuesta bajo la sombra de un arbusto, satisfecha por su logro. Su sangre fluye suavemente; llega a todos los rincones de su cuerpo. Sus pies son livianos; igual pasa con sus piernas...sus pantorrillas...sus muslos. El cansancio por la escalada la abandona...está relajada...lo disfruta. Concéntrese. Comienza a tener sed, muchísima sed, la garganta le quema, el cuerpo le cuece...estalla en llamas, se desespera, no consigue sofocar el fuego que la consume...
La mujer comenzó a retorcerse y a gritar con la voz de una niña pequeña, una niña que apenas sabe expresarse.
"Mamá, por favor, abre la puerta. Prometo portarme bien, no me encierres. Tengo miedo, mucho miedo. Mamá, por favor, no quiero ir al infierno, seré buena...no quiero arder en el fuego eterno".En este punto crítico, el psiquiatra intervino.
_Tranquila pequeña, empuja la puerta, no tiene llave, puedes salir, no estás encerrada.
La respiración de la mujer se apaciguó. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
_ Logró salir. Nuevamente está tranquila, a salvo, descansando bajo la sombra, una brisa suave la refresca. Ya no tiene sed, las aguas del río la calmaron. Ahora levántese y comience a descender, lento, muy lento...A la cuenta de tres se despertará, tres...dos...uno.
La mujer enfocó la visión en su marido. Lo vio pálido, aturdido.
_ Doctor,¿qué pasó?
_ ¿Cómo se siente?
_ Bien, estupenda.
_ Perfecto. Del mismo modo que la hipnosis utiliza la palabra para curar, usted estaba enferma por las palabras de su madre. Los términos que empleó con usted de pequeña, para castigar su conducta, la mataron, le provocaron una herida que supuró todos estos años y que hoy pudimos restañar. Y sin miedo a equivocarme, opino que allí anida la traba que le impide quedar embarazada. Confíe en lo que voy a decir...Hoy vuelve a nacer.




1 comentario:

  1. Cuanta gente sanaría si creyera y supiera que muchos traumas son provocados por pasados que no recuerdan, palabras y acciones tóxicas que pueden causar un daño irreversible en muchos casos. Por suerte está esa otra parte humana que sabe ayudar y comprender el problema.

    Un tema en el que creo y me gustó mucho su manera de relatar este problema en concreto.
    Un saludo cordial.

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