lunes, 7 de marzo de 2016

UNA PUERTA AL CIELO

"La guerra global que se está luchando contra la Jihad islámica no es sólo sobre bombas y secuestro de aviones, es también sobre la opresión de la mujer". Robert Spencer.

Un llanto ahogado inunda la estancia. Es una melodía lastimera, que hiere el alma.
Una joven, apenas salida de la infancia, se encuentra desolada en un túnel sin salida.
Jamás pensó que las tradiciones de su pueblo la perjudicaran, la dañaran. Sin embargo le está sucediendo.
Su padre se ha empecinado en casarla con un hombre treinta años mayor. "¡Una locura! ¡Una aberración!", gime mesándose los cabellos oscuros y lustrosos.
_ Como es posible que mi padre que siempre me ha consentido me someta a semejante sufrimiento. Madre, no lo permitas, intercede en mi favor, te lo suplico.
_ Lo que me pides es imposible. Las decisiones paternas son inapelables, tú lo sabes. _ la mujer comparte el dolor de su hija.
"Siempre he estado sometida y dominada, primero por mi padre y luego por mi marido. Han restringido mis derechos y libertades, han humillado y pisoteado mi orgullo, mi dignidad. Hoy, tú también bebes de esta agua amarga, mi querida niña", pensó vencida la madre.
_ No llores, madre, yo encontraré una vía de escape a mi oscuro destino, ya verás _ dijo entusiasmada.
"No hay escape posible, mi dulce hijita, obedeces o mueres, así de sencillo. El honor de la familia lo antecede todo, hasta la vida de nuestros queridos hijos", la tribulación oprime su corazón.
La mujer recuerda con pesadumbre la desgraciada suerte de su pequeña hermana Aisha. El padre de ambas, un hombre religioso conservador e intransigente, creyendo que había sido violada por un pariente, la decapitó para salvar la honra de la familia.
La evocación de aquellos sucesos la estremece. "¡Que no se repitan! ¡Alá, no lo permitas!", oró en silencio.
_ Hija, debes obedecer a tu padre, el busca lo mejor para ti _ trata de sosegar la rebeldía de la joven.
_ ¡Mentira! Es un tirano que sólo busca su propio beneficio _ grita enfurecida.
_ ¡Calla!, puede escuchar tu queja y será peor. Por tu bien, te suplico que obedezcas._ implora con temor.
_ No te preocupes madre, lo haré_ promete y su madre sonríe.
Sola en su habitación abre el Salat, el libro de oraciones; lo hojea presurosa hasta hallar una hoja suelta.
La letra de su abuela la consuela, allí está el secreto de su liberación. "El día que te sientas acorralada, no lo dudes, repite con fe estas pocas palabras y las puertas del cielo se abrirán ante ti. Este es el mejor legado que puedo ofrecerte mi adorada nieta". 
Se viste con sus mejores ropas, ocultando todo el cuerpo, salvo el rostro y las manos, como lo prescribe el rito. De pié reza en voz baja, nadie debe escuchar su oración:
"Alluhu Akbar, Alluhu Akbar, Alluhu Akbar, Alluhu Akbar  (Alá es el más grande)
Atestiguo que nadie tiene más derecho a ser adorado salvo Alá.
Ven de prisa hacia mi felicidad.
No hay poder ni fuerza excepto en Alá.
Hoy me pongo en tus manos,
Arranca de mí este infierno que destroza mi carne,
Que convulsiona mi sangre.
Concédeme la libertad que añoro.
Hazme libre, rompe mis cadenas.
Que los cielos me acojan brindándome su hospitalidad.
No hay poder ni fuerza excepto en Alá".
Al concluir experimenta un gran cansancio. Cae dormida sobre la cama. Y...no, no es un sueño.
Sus brazos se transforman en alas, su cuerpo se cubre de un níveo plumaje.
Envalentonada cruza la ventana de su habitación, despliega las alas y vuela, vuela alto, cada vez más alto. Los cielos le dan la bienvenida, se regocijan por su libertad.
"Alabado sea Alá, lo que promete, lo cumple. A puesto sus ojos misericordiosos en esta sierva indigna que hoy canta libertad. Alabado sea Alá".









Lamentablemente la realidad no se asemeja en nada a este cuento mágico.
En la ciudad sagrada de La Meca, en marzo del 2002, 15 adolescentes murieron en un incendio ocurrido en una escuela. Cuando la policía religiosa saudita llegó al lugar, no permitió que salieran del edificio porque no tenían el velo puesto.
El 75% de las mujeres en las prisiones de Pakistán están tras las rejas por cometer el delito de "haber sido violadas".
La violación es una mancha para el honor que sólo puede ser limpiada con el asesinato de la víctima.
Muchas mujeres son asesinadas mediante la lapidación por ser culpables de adulterio.
Las mujeres que no usan el velo están vistas como blancos militares. Una mujer argelina que usa velo confesó:
"El miedo es más fuerte que el deseo de ser libre".





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