viernes, 15 de abril de 2016

ILICITO

Ese día por un leve problema gástrico salí antes del trabajo. Era un día soleado y muy caluroso.
Me detuve en el bar que queda en la esquina de mi departamento y ordené una limonada. El limón siempre calma mi malestar estomacal. Me acomodé en una de las mesas ubicadas en la estrecha vereda.
Me fastidiaba que era justo la hora de la salida de los colegios y el barullo de los jóvenes me aturde y desespera, más aún sintiéndome mal. Fue en ese maldito momento que la vi. Pasó a mi lado, casi rozándome, junto a otras dos compañeras.
Bella, etérea. Su frescura me cautivó y sus ojos grises me cautivaron. Reía, no sé, de algo gracioso, quizás...y su risa cantarina me hipnotizó.
Hacía años que no experimentaba tal arrebato. No pude apartar me mirada de ella. Pensé:"Me ha hechizado el alma".
Cuando desapareció al doblar por una de las calles, desperté de mi ensoñación y me escandalicé de mi reacción.
Ella,supuse,una niña de trece años, y yo un hombre de cincuenta y tantos...casado y con hijos mayores. ¡Si hasta mi hija menor tenía su misma edad!.
La vergüenza tiñó el sentimiento que comenzó a crecer en mi interior, un embelesamiento que no pude frenar.
Desde entonces, la pequeña ninfa se apoderó de mis pensamientos. Sueños eróticos me atormentan, pero ya no lucho contra ellos, los gozo. He asumido mi debilidad.
Cada tanto, amparado en mis malestares, muchas veces fingidos, me escapo del trabajo y sentado en el bar de la esquina, espero ansioso su paso. Sólo observarla revitaliza mis sentidos.
Amor vedado, amor ilícito...lo sé. Sus labios me hablan de besos prohibidos y yo sueño con devorarlos.
Ella es la primavera; yo, el invierno. Sin embargo este amor secreto me hecho reverdecer.


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