sábado, 25 de junio de 2016

EL UNICORNIO AZUL

Cuenta la leyenda que en un pueblo escondido entre las montañas de un país nórdico, vivía una agraciada joven con tres hermanos pequeños. Sus padres habían muerto por una feroz epidemia que se llevó a la tumba a casi todos los habitantes del lugar. La mayoría de las familias quedaron diezmadas. El dolor y un miedo penetrante, se apoderó de ellos haciendo la vida insoportable.
Un velo de tristeza descendió sobre el pueblo privando a los hombres, mujeres y niños de cantos, risas y sueños. Se sentían acosados por la guadaña de La Parca y un sentimiento de ahogo los embargaba.
La desidia se apoderó de todos ellos. A nadie le interesaba trabajar en los campos, permanecían encerrados en sus casas alimentándose de las pocas provisiones que aún le quedaban de la cosecha anterior.
El brujo, un hombre sabio y respetado, fiel discípulo del gran Merlín, devoraba libros de magia blanca y negra tratando de hallar el hechizo capaz de romper la abúlica contemplación de la vida que se había apoderado de los habitantes del lugar.
Una noche de primavera extrañamente cálida, dio con la respuesta deseada. Una joven virgen debía encontrar el escondite del Unicornio Azul. cortar su preciado cuerno y arrojarlo en el pozo que suministraba agua a todo el pueblo. Sus extraordinarios poderes curarían la inercia mortal que empujaba a un suicidio colectivo.
Su búsqueda terminó al contemplar la perla, solución de la tenebrosa encrucijada, que se paseaba angustiada por las calles desoladas.
El cabello azabache le cubría como un manto exquisito la esbelta espalda. Sus ojos, anegados de lágrimas resaltaban el azul de la mirada semejante a un mar tormentoso.
Caminaba sin dirección, atormentada por pensamientos oscuros.
No lo vio llegar, sólo sintió la mano sarmentosa que detuvo su absurdo vaivén.
_ Niña, ¿qué te sucede?
Ella se sobresaltó, pero enseguida reconoció la voz, áspera y confiable.
_ ¡Hechicero!_ su rostro se iluminó al reconocerlo. _ Estoy desesperada, la fiebre consume a mi hermano menor. Lo ha mordido una serpiente y el veneno lo está matando. Estoy perdida, no sé que hacer, ¡ayúdeme! _ y se desmoronó en un llanto amargo.
_ Calma, calma...yo tengo la solución, pero debes apresurarte.
La joven se restregó los ojos con premura y fijó su atención en el hombre encorvado que le sonreía paternalmente.
_ Debes adentrarte en el bosque de abedules, sentarte bajo la sombra de uno de ellos y esperar con paciencia la solución a nuestros males.
_ ¿A quién debo esperar? _ y perpleja volvió a preguntar _ ¿a nuestros males?
_ En ese paraje se oculta el misterioso "Unicornio Azul". Su cuerno mágico tiene el poder de salvar a tu hermanito y también, el de infundir ánimo en el espíritu de nuestro pueblo moribundo.
Dicho esto, puso en las manos de la doncella una daga de oro. Ella lo miró asustada y sin comprender.
_ Cuando el unicornio se acerque mansamante a ti, atraído por la fragancia virginal que te envuelve, y apoye la cabeza en tu regazo, le cercenarás la vida y con rapidez le cortarás el cuerno. Luego corre con ímpetu sin mirar hacia atrás, hasta mi casa.
_ ¿Matar al unicornio azul? ¿A esa bella e inofensiva criatura? ¡No lo haré! ¡Jamás!
_ Entonces tu hermano morirá, es tu decisión.
La joven, apenada pero con decisión, tomó la daga y corrió hacia su cruel destino.
Al día siguiente, a media mañana, alcanzó el lugar señalado por el brujo. Temblando se sentó sobre el césped húmedo por el rocío matinal y elevó una plegaria al cielo pidiendo perdón por sus malvadas intenciones.
De repente escuchó el trote esperado. Se maravilló al presenciar una criatura de tanta belleza y de tanta pureza en la mirada. Por un instante dudó, pero el dolor de su hermano le endureció el corazón y determinada,  cumplió con su misión.
Corrió desesperada, dejando detrás la horrible escena. Le escocían las manos manchadas de sangre inocente y una opresión interna, la ahogaba. Sólo la salvación de su hermano le daba fuerza en su alocada carrera.
Con reverencia depositó el cuerno mágico sobre la mesa del brujo, que la recibió exultante.
_ ¡Bravo, lo has conseguido!
Con la misma daga asesina, raspó con pericia el cuerno y el polvillo obtenido lo guardó en un cofre de plata. Una pequeña porción la colocó en una bolsita de terciopelo azul y se la entregó a la doncella que lo observaba alelada.
_ Toma, agregarás este polvillo en una tisana de caléndula que darás a beber a tu hermano. El veneno será expulsado y él sanará de inmediato. Ve, no pierdas tiempo.
Una vez solo, el hechicero se encaminó hacia el pozo de agua con el tesoro envuelto en sedas.
Repitió las palabras místicas que años atrás Merlín le había enseñado para solucionar casos extremos:
"Dios alado de los cielos resplandecientes
 Dios que irradias esplendor solar
 Te invoco por el poder del Unicornio Azul
 ¡Oh Dios de los Antiguos! dígnate a bendecir mis ritos místicos.
 Que la luz, la alegría y el entusiasmo vuelvan a reinar
 sobre las tinieblas de la muerte.
 Abre tus oídos y escucha mi ruego".
Con solemnidad arrojó al agua el cuerno y sin espera, una nube prístina de dulce aroma subió desde las profundidades del pozo y se extendió por todo el pueblo, cubriéndolo como si fuera una mantilla enorme quebrando miedos y sentimientos pusilánimes.
"Tu muerte no ha sido en vano", pensó el brujo mientras se alejaba victorioso del pozo de "Aguas Vivas".
Desde la rama más alta de un roble, una mujer elfo de ojos almendrados y cabellos plateados, observaba con fiereza el rito del hechicero.
"Humano inmisericorde, has matado a mi amado compañero, lo pagarás con tu sangre", fue la terrible sentencia.