martes, 10 de octubre de 2017

SÓLO YO

Cierro los ojos y por un instante
la pesadilla termina, la pesadilla de la incomprensión.
En la oscuridad estoy a salvo.
¿Quién conoce la verdad que guarda mi corazón?
Nadie, sólo yo.
¿Quién comprende mi desazón, mi dolor?
Nadie, sólo yo.
Busco contención y mi grito de auxilio cae en el abismo,
un abismo que me devora con dientes afilados.
Lágrimas de fuego hieren mi alma,
lágrimas que no puedo ni deseo contener,
lágrimas purificadoras que poco a poco crean un escudo protector.
Escudo granítico que me mantiene a salvo de dardos venenosos,
de flechas que intentan desgarrar mi corazón. Aura de protección.
Abro los ojos. La luz me acecha, me enceguece.
Y nuevamente la pesadilla comienza. Pero ahora estoy a salvo.